El estilo
de vida, o sea el tipo de hábitos y costumbres que posee una persona,
puede ser beneficioso para la salud, pero también puede llegar a dañarla o a
influir de modo negativo sobre ella. Por ejemplo, un individuo que mantiene una
alimentación equilibrada y que realiza actividades físicas en forma cotidiana
tiene mayores probabilidades de gozar de buena salud.
Según la Organización Mundial de la Salud
(OMS), la salud es
la condición de todo ser vivo que goza de
un absoluto bienestar tanto a nivel físico como a nivel mental y social.
Es decir, el concepto de salud no sólo da cuenta de la no aparición de enfermedades o afecciones sino que va más
allá de eso. En otras palabras, la idea de salud puede ser explicada como el
grado de eficiencia del metabolismo y las funciones de un ser vivo a escala
micro (celular) y macro (social).
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